Kenia Cano is a celebrated Mexican poet and painter. I met her first during my first Mexican period in 1999 and then we had occasional contact over the years. We met again in San Antonio at the beginning of the pandemic, at AWP, in early 2020. There she brought me the startling and disturbing poems of An Animal For the Eyes. And we discussed my translating the book, which had received critical attention in Mexico, including an important review by Elsa Cross. The poem published below is the first one in the book, and it sets the tone for the whole journey both visual, aural and psychological on which the reader engages once bitten by the verses. — Indran Amirthanayagam
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Portrait of the hunt (the house)
She has a white hart in the eyes
this is absolutely random.
She asked to speak with the heart.
Her skin is palid. He has buttoned her small green jacket with difficulty.
It does not fit her well, the sleeves are too short.
He is a great yet fearful hunter.
A dark tie repeats the knot of his throat.
Controls everything with its look.
Lines jostle each other in his eyebrow
and the orchard without judgment
delivers itself to the generous prey.
She seems frightened but she adjusts herself.
When she grows up she will be a vulnerable seductress.
Do you remember your velvet jacket?
Your mother’s idea had already died in your left pocket
the one your father touches with the tip of his fingers.
The deer is wrapped in the thin and scarce hair of the girl.
(There is no order to understand the father)
He knows your weaknesses. You are possibly four or five years old
and you feel ready already.
Your idea of love was never excessive:
You first trust the thorn and then the rose,
in the fallow deer’s flight.
Your father has told you a dream:
He was afraid of leaving his mother’s womb,
he believed that it was his.
A button is missing. The buttons are round and tight.
A buttonhole available like the body of a dragonfly without wings
near her heart.
My heart is in my eyes, the small deer drinks my blood.
It is a meek animal. It grazes obediently. Its volume is perfect
when it does nothing and lets loose a look over the grassy field.
They found the body of the ruminant headless — the note says.
My father’s other hand sustains my back with sweetness.
It carries no weapon. I chew pencils and grind
my teeth from time to time.
You look ugly — he says — and he imitates me inflating the nose’s orifices.
Today the deer did not want to wake up. They made the portrait for both of us.
My father wears a black woolen hat on special days.
His fixed eyes want to ask me something now that I have grown up.
When young his hands said that he had everything under control
but that was not true.
When the deer slept, my anxious father
let the dogs loose without mercy.
The first time that snow fell in my garden …
Yes, I have dreamed of my father naked.
Lucien Freud painted him in 1949 perhaps at the request of Henry “Bo” Milton.
Father and daughter appear between the bead seeds curtain
bought in Galerias Lafayette. The two are in that opening.
A small plump hand over Father’s thigh. A safe place.
Five years and five trusting fingers.
Father’s jacket spotted like a starry night.
When she thinks of stars she remembers the Hermetic Definition.
(What was that story of H.D’s father? Her father had a telescope
and taught her to look in the darkness?) but this painting has a background of ivory bone.
The body of the white deer was found without a head
Still warm like this tepid heat I feel for my father
and his vulnerable descendents.
Standing at his knees, between his contradictions and falls.
He supports my left arm, the maker closest to my heart.
Balthus painted Miró with his daughter Dolores.
I don’t know if she loved him that much.
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Retrato de caza casa
Ella tiene un ciervo blanco en los ojos
esto es totalmente aleatorio
Pidió hablar con el corazón.
Su piel es pálida. Él ha abotonado su pequeño saco verde con dificultad.
Ya no le queda bien, las mangas son demasiado cortas.
Él es un gran cazador temeroso.
Un gazné oscuro repite el nudo de su garganta.
Controla todo con su mirada.
Las líneas se agolpan en su ceño y el huerto sin juicio
entrega a la presa generosa.
Ella parece asustada pero se acomoda.
Cuando crezca será una seductora vulnerable.
Recuerdas tu saco aterciopelado.
La idea de tu madre ya había muerto en tu bolsillo izquierdo,
ese que tu padre toca con la punta de sus dedos.
El ciervo se enreda en el cabello delgado y escaso de la niña.
(No hay orden para comprender al padre)
Conoce tus debilidades. Posiblemente tengas cuatro o cinco años
y ya te sientes lista.
Tu idea del amor nunca fue excesiva:
Confías primero en la espina y luego en la rosa,
en la huida del gamo.
Tu padre te ha contado un sueño:
Tenía miedo de dejar el vientre de su madre,
creía que era de él.
Falta un botón. Los botones son redondos y sujetan.
Un ojal disponible como el cuerpo de una libélula sin alas
cerca de su corazón.
Tengo el corazón en los ojos y el pequeño ciervo bebe mi sangre.
Es un animal manso. Pasta con obediencia. Su volumen es perfecto
cuando no hace nada y suelta la mirada en el llano herboso.
Encontraron el cuerpo del rumiante sin cabeza- dice la nota
La otra mano de mi padre sostiene mi espalda con dulzura.
No lleva ningún arma. Yo mastico los lápices y
aprieto los dientes de vez en cuando.
Te ves fea – dice- y me imita inflando los orificios de la nariz.
Hoy el ciervo no se quiso levantar. Nos hicieron el retrato a ambos.
Mi padre lleva el sombrero de lana negro que usa en días especiales.
Sus ojos fijos quisieran preguntarme algo ahora que soy grande.
Cuando era joven decían sus manos que tenía todo bajo control
pero no era cierto.
Cuando el ciervo dormía, mi padre inquieto
soltaba a los perros sin misericordia.
La primera vez que nevó en mi jardín …
Sí, he soñado con mi padre desnudo.
Lo pintó Lucien Freud en 1949 quizá por encargo de Henry “Bo” Milton.
Padre e hija aparecen entre la cortina de semillas de fusta comprada
en Galerías Lafayette. En esa apertura están los dos.
La pequeña mano regordeta sobre el muslo de papá. Es un lugar seguro.
Cinco años y cinco dedos confiados.
El saco del padre punteado como una noche estrellada.
Cuando piensa en estrellas ella recuerda la Definición Hermética.
(¿Cómo era aquella historia del padre de H.D.? ¿Su padre tenía un telescopio y
le enseñó a mirar en la oscuridad?) pero este cuadro tiene un fondo hueso amarillento.
El cuerpo del ciervo blanco fue hallado sin cabeza
Todavía cálido como este calor tibio que siento por mi padre y
su descendencia vulnerable.
De pie entre sus rodillas, entre sus contradicciones y caídas.
Él sujeta mi brazo izquierdo, el hacedor más cercano a mi corazón.
Balthus pintó un cuadro de Miró con su hija Dolores.
No sé si ella lo quería tanto.